27 marzo, 2007

La Falsificación del 2 de Julio

En el proceso electoral en México para la sucesión presidencial en el 2006, pudimos ver a muchas lenguas de serpiente en acción, las cuales jamás mencionaron palabras inquietantes como el Yunque y los Tecos, jamás hicieron referencia alguna sobre la bestia terrible que está acechando a México detrás del tinglado, esa bestia infiltrada dentro del Partido Acción Nacional convirtiéndolo en una burda caricatura de lo que sus fundadores alguna vez hubieran querido que fuera. Lejos de hacer tal cosa, las lenguas de serpiente se encargaron magistralmente de estar bombardeando noche y día al pueblo de México para inducir el voto del miedo, advirtiendo que si se echaba por la vía del voto en las urnas al partido en el poder entonces habría inflación, desempleo, éxodo masivo de mexicanos indocumentados hacia el extranjero, crisis, devaluación; en pocas palabras, el fin del mundo. Y mucha gente se lo creyó, sin darse cuenta de que las lenguas de serpiente estuvieron recurriendo a las campañas de miedo porque no había realmente gran cosa que alabarle al mismo gobierno que virtualmente estancó la economía nacional sin crecimiento alguno por seis largos años, un gobierno que a fin de cuentas sólo benefició a los suyos propios en un marco escandaloso de corrupción e impunidad. Lejos de ofrecer una mejoría sobre los lamentables resultados obtenidos en los seis años previos, las lenguas de serpiente simplemente pusieron a la otra opción como una opción mil veces peor, repitiéndolo noche y día hasta que lograsen programar como máquinas a suficientes electores para impedir que el PAN pudiese ser expulsado del poder con un enorme voto de enojo.

La fabricación de una realidad ficticia, mintiendo deliberadamente y usando ampliamente los recursos mediáticos, es parte integral de la creación de una ilusión que le permita a la extrema derecha sostenerse en el poder. Lo vimos durante el proceso electoral del 2006, lo vimos durante las campañas de la guerra sucia planificadas por el mismo Yunque para impedir el ascenso de un izquierdista al poder. Pero la creación de esta realidad ficticia no terminó con el ascenso de Felipe Calderón a la silla presidencial, sino que continúa. Parte de ella es impulsada por la intensa propaganda mediática con que la oficina de la Presidencia, al igual que como lo hiciera Vicente Fox, está bombardeando a cada momento al pueblo de México en sus aparatos de radio y televisión. La otra parte es impulsada por las lenguas de serpiente dispuestas a todo con tal de congraciarse y ganar favores en su beneficio personal quedando bien con quien esté detentando el poder. Uno de ellos debe serlo Carlos Tello Díaz.

En su libro 2 de julio publicado por Editorial Planeta:





el pseudo-historiador Carlos Tello Díaz, ahora al $ervicio incondicional de quienes están instalando en México un gobierno paralelo secreto, afirma que López Obrador "admitió" haber perdido las elecciones presidenciales del 2 de julio, y que lo hizo ante un grupo de diez personas: sus tres hijos (José Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo), Federico Manuel Arreola, Marcelo Ebrard, César Yáñez, José María Pérez Gay, Mario Delgado y Nicolás Mollinedo), lo cual ha sido desmentido vehementemente por gente que siempre ha estado cercana a Andrés Manuel López Obrador. Al respecto, tenemos lo siguiente aparecido la revista PROCESO número 1582 en su edición correspondiente al 25 de febrero del 2007:

La Tormenta
Rodrigo Vera
PROCESO

El escritor Carlos Tello Díaz es un "calumniador" que sólo "está haciéndole el trabajo sucio al gobierno", valiéndose de un "periodismo sin fuentes" con el que ahora, en su libro 2 de julio, asegura que Andrés Manuel López Obrador, candidato a la Presidencia de la República de la coalición Por el Bien de Todos, aceptó su derrota la noche de la jornada electoral.

A esta conclusión han llegado los mismos personajes cercanos al político tabasqueño que, según Tello, fueron testigos de que López Obrador dijo "perdí", en una suite del hotel Marquis Reforma, donde estaban congregados la noche de ese 2 de julio.

Y pese a las presiones para que diga quién le comentó que López Obrador hizo tal afirmación, Tello Díaz se ha negado a revelar su fuente. De ahí que, aseguran sus críticos, el libro de Tello no es más que un "libelo" y una "mentira total" con la que intenta desprestigiar al movimiento del tabasqueño.

José María Pérez Gay, quien estuvo esa noche con López Obrador, desmiente rotundamente las afirmaciones de Tello:

"López Obrador nunca dijo esa noche, y lo recuerdo con toda precisión, nada parecido a la admisión de una derrota, más bien lo contrario."

En un artículo publicado en el diario La Jornada el pasado 15 de febrero, y al que tituló Documenten, señores, no inventen, Pérez Gay agrega:

"Tello Díaz insiste en no revelar sus fuentes, con lo cual, tratándose de un asunto tan importante, declara que esas fuentes no existen, y que yo sepa, su palabra, como la de cualquier periodista, vale por lo que documenta, no por lo que inventa. Si Tello Díaz quiere ser fabulador, ahí está el espacio de la novela; si quiere ser periodista ha empezado muy mal: con la calumnia y la mentira.

"Al ver cómo Tello Díaz hace de la mentira su Archivo General de la Nación, repito que es un calumniador, y yo sí puedo revelar mis fuentes: los testimonios de Federico Arreola, César Yañez y yo mismo, y no la ridiculez de ampararse en lo que le dijeron que dijera sin decir quién se lo dijo."

Federico Arreola, otro colaborador cercano de López Obrador, es igualmente categórico: "Miente su fuente y miente Tello". Considera que, "para muchos, él está haciéndole el trabajo sucio al gobierno. Es su problema, es su moral.

Arreola -en un artículo publicado en ese mismo diario el pasado 17 de febrero- menciona a las personas que esa noche estuvieron con López Obrador en la suite del Marquis: "sus tres hijos (José, Ramón, Andrés Manuel y Gonzalo), mi hijo Federico Manuel, Marcelo Ebrard, César Yáñez, José María Pérez Gay, Mario Delgado y Nicolás Molinedo".

Sólo de este pequeño círculo pudo salir, de ser cierta, la versión que recoge Tello en su libro.

Arreola sostuvo un acalorado debate televisivo con Tello Díaz, el 14 de febrero, en el programa de Carmen Aristegui de CNN en español. Ahí, le pidió al escritor que revelara su fuente (la entrevista está consignada en los archivos de YouTube).

"-Demuestra que Andrés dijo eso. Dí tu fuente... si la tienes -le pedía Arreola.

"-Sí la tengo -le contestaba Tello, nervioso.

"-¡Díla!

"-No la voy a decir... es la única que me reservo.

Y, en un momento de la discusión, Tello le dijo a Arreola:

"-Tú fuiste la fuente.

"-¿Yo te dije?

"-Sí.

"-Mientes."

Tello terminó por reconocer: "Miento en eso, efectivamente... Federico no fue la fuente". Y volvió a su negativa: "La fuente me la reservo".

Sin embargo, para apoyar su versión de que, efectivamente, Andrés Manuel aceptó esa noche su derrota, Tello señaló que eso lo confirmó el periodista Joaquín López Dóriga en un artículo que éste publicó el 8 de febrero en el diario Milenio. "Eso dice López Dóriga, se puede ver", recalcó Tello.

Arreola le replicó:

"López Dóriga es historia menor que la tuya. Finalmente yo estaba ahí... Yo estaba ahí. ¿Cómo me refutas eso?"

Y amenazó con demandar al escritor:

"Tienes que decir quién te dijo, o te vamos a demandar. ¡Esto es un libelo! ¡Es una mentira total!"

En seguida le echó en cara el hecho de que, por uno de sus libros anteriores, La Rebelión de las Cañadas, ya había recibido cuestionamientos semejantes:

"El señor ya tuvo un problema con otro libro. Se le acusó, con un libro sobre Las Cañadas, de que le dió información el gobierno. Él no hace un trabajo honesto." (Comentario: Este libro, presumiblemente elaborado cuando el nefasto Carlos Salinas de Gortari aún era Presidente de México, y publicado en 1995, presume conocer por medios casi mágicos el origen del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y está basado en buena medida en la versión oficial que permite suponer la posibilidad de que haya sido financiado por el mismo gobierno para la publicación de éste libro sobre el EZLN, al igual que ahora muchos sospechan que su libro 2 de julio también fué financiado, esta vez por Yunquistas incrustados dentro del gobierno.)

Carmen Aristegui comenta que, fuera de cámaras, el ambiente fue tenso desde el principio: "Llegaron tensos, pues la situación no era fácil para ninguno de los dos. Antes de iniciar el programa, mientras preparaban los micrófonos y todo eso, estuvimos conversando de otros temas, sin mayor importancia, que salían al vuelo".

Al terminar el encuentro y a la hora de despedirse, cuenta Aristegui, Tello le dice a Arreola: "No sé si darte la mano". Y éste le reviró: "Pues deberías dármela, porque yo te dí mucha información valiosa para tu libro". Y terminaron por estrecharse las manos.

Pero quien no se despidió de Arreola fue la representante de la editorial Planeta que acompañaba a Carlos Tello.

Por su lado, López Dóriga -en un artículo que el pasado 20 de febrero publicó en Milenio- se sacudió así los señalamientos que hizo Tello de su persona:

"En algún momento le comenté que yo había escuchado esa versión, pero no la tenía confirmada. Al terminar la entrevista, una y otra vez, insistente, Tello me pidió que le revelara mi fuente, a lo que me negué, pues era una versión no confirmada; de haberla confirmado, la hubiera publicado. Un reportero está lleno de versiones que, sin confirmar, son como los rumores, aunque haya quienes se monten en lo verosímil despreciando lo verídico y den el rumor como hecho."

Pero la lengua de serpiente de Carlos Tello no sólo incurrió en lo que se dá por hecho que fué una invención suya, la cual intentó adjudicar a una fuente de información que se presume inexistente. En su libro, de hecho fue mucho más lejos, al falsear o tergiversar otros datos. Esto lo podemos ver en la misma revista PROCESO número 1582, en donde aparece un artículo de la afamada encuestadora profesional Ana Cristina Covarrubias, titulado "Desmentido a Carlos Tello", en donde ella nos dice:

"Este fin de semana leí detenidamente el libro de Carlos Tello y encontré variadas contradicciones y aseveraciones incorrectas de carácter técnico. Pero no me voy a referir más que al inicio de su capítulo de las 9 de la noche, que titula como "El conteo rápido de Ana Cristina", porque allí descalifica de manera brutal la encuesta de salida que realizamos y dimos a conocer a los medios de comunicación el día de la jornada electoral. No puedo quedarme callada ante un atentado contra el buen nombre de nuestra empresa, que tantos años y esfuerzo nos ha costado construír.

Cuando digo ataque brutal lo digo en el sentido amplio de la palabra, no sólo por el nivel de agresión que exhibe sino también por lo absurdo y desinformado de sus comentarios. Me explico.

El autor afirma contundentemente que la discrepancia entre los resultados de nuestra encuesta de salida y conteo rápido se debe a que "hubo probablemente un sesgo de origen en el diseño de la muestra (de la encuesta de salida) y hubo también, seguramente, un descontrol en el levantamiento de campo".

¿Con qué autoridad técnica un brigadista de las montañas de Nicaragua, marinero en el barco Sonia y jefe de la expedición Yutajé que contactó a los yanomami del río Putaco en el Amazonas, se atreve a hacer tal pronunciamiento?

Carlos Tello trata de respaldar la afirmación de que "hubo probablemente un sesgo en el diseño de la muestra" con los comentarios de dos de sus entrevistados, que según el autor uno "es de los encuestadores más serios de México" y otro es sencillamente "alguien que sabe". "El investigador serio" comenta que los partidos valoran más el dato a su favor que la exactitud de la encuesta, a diferencia de los medios ("El investigador serio" no se ve tan serio si en realidad se imagina que así de ingenuos y torpes son los partidos). "El alguien que sabe" suelta en otra entrevista una frase que dice así: Un encuestador, cuando trabaja con un cliente así, también está cuidando su chamba. De esos dos comentarios Tello concluye sin duda que lo que ocurre es que "el encuestador no quiere descontentar al cliente: selecciona sus muestras con un sesgo a su favor".

A Tello le pregunto: ¿Son esos los argumentos para afirmar que hubo sesgo muestral de origen? ¿Por qué nunca me pidió revisar mi muestra? ¿Cómo es que sin conocerla ya sabe que está sesgada? ¿No se ha dado cuenta de que la muestra empleada por Covarrubias para la encuesta de salida es la misma que se empleó para el conteo rápido? ¿Cómo es que a nuestro conteo rápido se le quitó el sesgo?

A los lectores de Tello les informo que nuestra muestra se puede verificar y está a disposición del IFE como lo marca la normatividad del instituto.

Vamos al segundo argumento de descalificación, el que "hubo seguramente un descontrol en el levantamiento de campo". Para sustentar su afirmación, Tello empieza diciendo: "Pero lo que más afectó los resultados de la encuesta de salida fue la magnitud de la muestra de Ana Cristina. Su firma tenía más de novecientas personas en campo el 2 de julio, mismas que realizaron cerca de 39 mil entrevistas en todas las secciones". (Le aclaro a Tello que no fue en todas las secciones sino sólo en todas las que conformaban nuestra muestra.) El autor continúa señalando: "Para situar las cosas en perspectiva, Parametría hizo 6 mil entrevistas, Ipsos-Bimsa 6 mil 500 y BGC 8 mil". Cita el autor a otro entrevistado que dice es "amigo de Ana Cristina", el cual comenta: Cuando tu pones una muestra de ese tamaño, el ejército que requieres en el campo se puede volver inmanejable... Acrecientas la posibilidad de que se cometan errores. (Le aclaro al "amigo" que en teoría lo que dice puede pasar, pero para evitar que pase existen sistemas de planeación, supervisión y control de operativos de campo.) El autor se desata con sus propias elucubraciones asentando que "en lugar de entrevistar a una de cada tres o cuatro personas, que salen de votar, la gente de campo empieza a entrevistar en hilera- por estar cansada, por tener el tiempo encima, por inexperiencia simple y llana, algo muy común ese día, en que la escasez de encuestadores obligó a las firmas a contratar gente que no era profesional". Tello termina su disertación con un contundente diagnóstico: "En todo caso, la idea de privilegiar la magnitud era totalmente equivocada. Importa la calidad, no el tamaño de la muestra -y el tamaño va con frecuencia contra la calidad".

Aclaro a los lectores de Tello que en un ejercicio muestral importan las dos cosas, la calidad y el tamaño de la muestra. Que del tamaño de la muestra depende la magnitud del error de estimación y, en consecuencia, la precisión de los estimadores resultantes. Que en una contienda muy cerrada, como previmos que sería la del 2 de julio, se busca minimizar el error de estimación y por ello es necesario incrementar el tamaño de la muestra. Nuestra muestra fue de 899 secciones electorales, en las cuales los entrevistadores levantaron 38 mil 618 entrevistas. Si trabajar con una muestra grande es una idea equivocada, le sugiero a Tello que le pregunte al IFE por qué utilizó un tamaño de muestra de 6 mil secciones electorales. Debería Tello instruír a los distinguidos miembros del Comité Técnico Asesor del Conteo Rápido del IFE para que no vuelvan a repetir tal osadía, porque "el tamaño va con frecuencia contra la calidad".

Spectator agregará aquí que Carlos Tello no es un experto reconocido en el campo de la Estadística ni cosa que se le parezca. Si alguno de sus lectores lo quiere poner a prueba en cosas tales la distribución Gaussiana, el diseño de experimentos con cuadrados Greco-Latinos, la distribución F de Fisher, el análisis de varianza ANOVA o el concepto de la hipótesis nula, seguramente lo desintegrará en mil pedazos. Spectator tiene además en sus manos algunas de las calificaciones que Carlos Tello obtuvo en las áreas de matemáticas en su paso por la escuela, y aunque resulte muy tentador reproducir aquí dicha información con la plena seguridad de que no podrá ser desmentida por Carlos Tello, Spectator no lo hará con la finalidad de no avergonzarlo ante todo el pueblo de México. Baste con decir que Carlos Tello no cuenta con mérito alguno que permita darle alguna confianza a las valoraciones de carácter técnico que él mismo hace en su libro; es como si quisiéremos darle credibilidad a una disertación hecha por Vicente Fox al hablar sobre anticuerpos monoclonales, o como si quisiéramos darle credibilidad a su esposa Marta en una conferencia dada por ella sobre la Teoría general de la relatividad, o como si quisieramos haberle dado al nazificado pseudo-historiador pre-Yunquista Salvador Borrego Escalante amplia credibilidad al hablar en una conferencia magistral suya sobre "cómo los masones se apoderaron de la Organización de la Naciones Unidas". Esta es la credibilidad que Carlos Tello se merece.

A lo que acabamos de ver, podemos agregarle el contenido del siguiente editorial aparecido en LA CRONICA, al cual debemos darle seria consideración porque lejos de ser un medio de comunicación que sea partidario de Andrés Manuel López Obrador de hecho adoptó una postura anti-"López Obradorista" en sus editoriales cuando la campaña presidencial del 2006 estaba en pleno apogeo:

El Arte de Mentir
José Francisco Parra
LA CRONICA
24 de febrero del 2007

La herestética es el arte de la manipulación y está demostrado que los políticos recurren a ella sin menoscabo de su conciencia. Es así como se ganan las elecciones generales, los procesos internos de elección, la competencia intrapartidista, etcétera. Por esa razón, la inmensa mayoría de los ciudadanos que participamos en un proceso electoral, también los que no, de antemano sabemos que las promesas vertidas por los candidatos en campaña no se cumplirán. Que los discursos y los programas políticos están cargados de ofrecimientos que difícilmente pueden ser una realidad. Incluso, los debates que se organizan para que los candidatos discutan sus distintas propuestas se han convertido en un espectáculo bochornoso en el que ninguno de los participantes pasaría con éxito el detector de mentiras. Los medios de comunicación masiva se han encargado de magnificar la mentira de los políticos; lo que antaño era una mentira insignificante, los mass media lo han convertido en una colosal falacia. Pero, ¿por qué los ciudadanos tenemos que soportar que los comunicadores, o los escritores, también nos mientan en un horario prime time?

Lo anterior viene a colación por lo ocurrido en el programa televisivo de Carmen Aristegui en el que participaron el polémico Federico Arreola y el escritor Carlos Tello Díaz (Comentario: este es el programa que fué radiado el 14 de febrero del 2007 por CNN en español). La intención de la periodista fue sentar en la mesa de debate tanto al autor del libro 2 de julio como a uno de los principales protagonistas de los hechos y sucesos que ocurrieron en el círculo cercano a Andrés Manuel López Obrador. En concreto, el meollo del asunto se centraba en saber si era cierto lo que Tello Díaz escribió en su libro relativo a la expresión aparentemente pronunciada por AMLO en la noche del 2 de julio: "perdí". Aunque jurídicamente el "perdí" no tiene importancia ya que el proceso electoral está sentenciado y juzgado, sí tiene relevancia para la historiografía política mexicana, ya que si aquello fuera verdad no se entendería cómo un candidato perdedor decide seguir con un conflicto postelectoral a sabiendas de que no lleva razón. Hasta aquí, eso es lo que les gustaría escuchar a muchos panistas, a detractores de AMLO y a varios personajes que están buscando enterrar los fantasmas de un proceso electoral teñido de incertidumbre.

Sin embargo, las cosas no son tan sencillas como suponemos lo pensó Carlos Tello Díaz y otros beneficiados por el "perdí". Tal vez el autor del 2 de julio no miente cuando afirma que una fuente indirecta le comentó que AMLO había aceptado entre sus colaboradores más cercanos la realidad de las urnas: la derrota. Es posible que no falte a la verdad cuando mencionó que alguien que participó en una cena en la casa de Héctor Aguilar Camín le comentó el hecho que el mismo autor posteriormente escribió en su libro. Como escritor Tello Díaz es libre de comentar, escribir y decir lo que libremente piensa; pero como ciudadano también es una irresponsabilidad afirmar y sostener sucesos que difícilmente pueden ser verificables, no sólo por él, sino porque simplemente es posible que eso nunca hubiese ocurrido. Las hipótesis sostenidas por varios columnistas en el sentido de la imposibilidad de que AMLO reconociera una derrota conociendo lo obcecado de su carácter, no es más que un supuesto que tiene todas las papeletas de ser cierta. Pero pareciera que el comportamiento enredado de AMLO también lo ha adoptado Carlos Tello Díaz, ya que no se juzga que el autor del 2 de julio no quiera revelar el nombre de su fuente, está en todo su derecho. Pero aquello es muy distinto a mentir descaradamente cuando se atrevió a señalar ante cámaras y micrófonos que el propio Federico Arreola era su fuente. Si existían dudas sobre la veracidad de la famosa frase "perdí", ahora Carlos Tello Díaz ha hecho retroceder a otros estadios la profesionalidad de quienes se dedican a narrar acontecimientos de la política mexicana. Carlos Tello se ha equivocado. (Comentario: Como lo señaló PROCESO en el artículo arriba citado, Federico Arreola publicó un artículo aparecido en LA JORNADA el 17 de febrero del 2007 en donde detalla cómo durante el programa de televisión, bajo la presión inquisitiva de Carmen Aristegui y el mismo Federico Arreola, Carlos Tello terminó proclamándose a sí mismo como un mentiroso hasta que se le terminó torciendo su lengua de serpiente cuando no aguantó la presión de la caldera.)

En resumen, la mentira es una condición inseparable del ser humano. Como tal la encontramos en las relaciones personales, en el medio laboral, pero sobre todo en la política. Justamente los medios de comunicación deberían ser un dique y salvaguarda ante las mentiras de los políticos; pero no, vemos a comunicadores y escritores mintiendo al unísono de los políticos. Carlos Tello Díaz podrá estar orgulloso de que su libro 2 de julio alcance unas ventas extraordinarias que le llenen los bolsillos de dinero, pero le debería dar vergüenza prestarse a un juego maniqueo en que la manipulación y la mentira son las principales protagonistas. No obstante, los ciudadanos tenemos la obligación de madurar y aprender a desechar lo que vale la pena y lo que es una basura. Con La rebelión de las cañadas ya tuvimos suficiente.

Por su parte, el conocido editorialista Jorge Zepeda, que ciertamente no es ningún palero a sueldo pagado por López Obrador, en propia página Web al hablar el 17 de febrero del 2007 sobre el libro 2 de julio, opina lo siguiente:

Pero más allá de las limitaciones de tiempo y espacio, la personalidad de AMLO "no daba" para aceptar una derrota cuando la moneda seguía en el aire. "El perdí" es absolutamente improbable. El libro, y otros similares, dan cuenta de que en el cuartel de Calderón los ánimos subían y bajaban hasta muy entrada la madrugada porque las encuestas y el PREP seguían siendo ambiguas. De igual forma en el cuartel perredista. Lo que existía en el Hotel Marquís era una creciente cólera en contra de Fox y del IFE por lo que creían era una puesta en común para despojarlos de la presidencia. A las dos de la mañana la élite del PRD se desplazó a las oficinas del IFE para hacer un severo reclamo "porque nuestras cifras del PREP si se cruzaban".

Podemos coincidir o podemos diferir con los argumentos y las acciones de López Obrador, pero no tengo dudas de que él está convencido de que "los poderes de facto" le impidieron llegar a la Presidencia. Las declaraciones de Fox esta semana no hacen sino confirmar ese tipo de planteamiento.

Así pues, dentro del periodismo que se supone objetivo, independiente, no faltan las lenguas de serpiente que, dispuestas a vender sus servicios al mejor postor, son capaces de incurrir no sólo en tergiversaciones sino inclusive en mentiras directas que son incapaces de sostener ante las cámaras de televisión cuando caen bajo escrutinio intenso. Y Carlos Tello Díaz no es más una de las más recientes adiciones al plan nacional emprendido por los adeptos a la extrema derecha para la conquista plena del poder. No en vano Carlos Tello Díaz es tatara-nieto por vía directa del dictador absolutista Don Porfirio Díaz; algo tenía que sacar de su deslustrado antecesor. Lo suficiente como para convertirse en una lengua de serpiente.

El libro 2 de julio, que de otra manera pudiera haber sido una valiosa fuente de información histórica, al estar salpicado de mentiras y tergiversaciones, algunas de las cuales son claras y otras no tanto, obliga a descartar por completo esta obra como fuente de referencia, al no tener el lector a la mano un tamiz mágico que le permita saber en dónde está mintiendo Carlos Tello y en dónde decidió respetar la verdad.

Y como Carlos Tello, ya hay muchos otros.